A lo largo de la historia, una de las principales fuentes de energía utilizadas por el hombre para sus actividades ha sido la leña para quemarla y calentarse, así como el trabajo de los animales para obtener energía mecánica.
Nuestra época en cambio se caracteriza por el uso de combustibles fósiles para producir energía, los cuales, además de ir agotándose, producen un impacto negativo sobre el medioambiente. Para mitigar el impacto se incentivan el uso eficiente de la energía y la utilización de las fuentes renovables.
Las biomasas vegetales producidas con la madera y de la escamondadura de los bosques, son una fuente energética renovable que no daña el medioambiente y puede utilizarse para producir calor. Se consideran biomasas vegetales:
-la madera para quemar en tarugos, que se obtiene sobre todo de la tala de bosques;
-el chipeado, o madera desmenuzada producida utilizando los deshechos de las podas y de la conservación de los bosques;
-los pellet, pastillas de madera molida y prensada, generalmente realizadas con los deshechos de la transformación de la madera.
Quemando gas o gasóleo para calentarse se transfiere y se acumula en la atmósfera carbono extraído del subsuelo profundo, alimentando así el efecto invernadero. Por el contrario, la combustión de biomasa no contribuye de ninguna manera al efecto invernadero, porque el carbono que se libera quemando la madera procede de la atmósfera misma y no del subsuelo.
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